N. K. Jemisin
Serie:
Trilología de la sucesión #1
Editorial:
Minotauro (planeta)
Título original:
The one hundred thousand kingdoms
Título:
Los cien mil reinos (¡sí, sí, sí! Un título bien traducido, no si de esta voy a recuperar la fe en los traductores de títulos)
Traducción:
Manuel Mata
Número de páginas:
327 (ebook).
Sacado de:
Fnac, ebook comprado, lo juro por los calzoncillos de Snoopy y por las bragas de Mafalda, ahora que estoy empezando a ser legal, seguro que nadie me cree...
Leído por:
Bueno, es un poco raro, pero mi intuición se basa en portadas. Y esta portada la conocí por un blog norteamericano (del que ya no me acuerdo, ¡qué tristeza!) que estaba haciendo un top ten (como les gustan por ahí) de los libros mejor ambientados y éste figuraba entre los libros. Y puede que hubiese estado cogiendo polvo, pero se dieron varias circunstancias, encontré el ebook (estoy en etapa de reducir mis libros físicos a favor de los electrónicos, ¡¡no tengo espacio!! Además ahora que me he acostumbrado a ellos, son bastante cómodos, sobre todo para la gente como yo que no pone huevo en casa) y Aererion me dijo que estaba bastante bien.
Argumento:
La joven Yeine de Darr tendrá que sobrevivir a la intriga, la traición y la pasión en Los Cien Mil Reinos
«Mi nombre es Yeine, y aunque tan sólo tengo diecinueve años, soy la baronesa de Darr. Hoy he sido llamada a palacio por Dekarta Arameri, que es mi abuelo y también el monarca de los Cien Mil Reinos, protegido y designado por el propio Padre Celestial, nuestro Dios.
Una vez hubo tres Dioses, pero dos de ellos murieron, o eso es lo que nos dijeron. Se dice que los descendientes de Darr llevan en su sangre un secreto que se remonta a aquella lejana época en que los tres dioses caminaban entre los mortales.
Quizá mi abuelo me haya llamado para tenerme a su lado como capricho, o quizá quiera presentarme en la corte real para unirme en matrimonio de conveniencia. Quizá quiera revelarme ese secreto de sangre, aunque me temo que saberlo, según los libros sagrados, equivale a estar muerto.»
Yeine de Darr es una exiliada del bárbaro norte. Pero al morir su madre en extrañas circunstancias, es convocada a la majestuosa ciudad del Cielo. Allí, para su asombro, descubre que es una de las posibles herederas al trono. Pero la corona de los Cien Mil Reinos no es un premio fácil de conseguir y Yeine se ve implicada en una cruenta lucha por el poder. (Extraído de http://www.scyla.com/noticias/396/avance_publicacion_cien_mil_reinos_n_k_jemisin)
«Mi nombre es Yeine, y aunque tan sólo tengo diecinueve años, soy la baronesa de Darr. Hoy he sido llamada a palacio por Dekarta Arameri, que es mi abuelo y también el monarca de los Cien Mil Reinos, protegido y designado por el propio Padre Celestial, nuestro Dios.
Una vez hubo tres Dioses, pero dos de ellos murieron, o eso es lo que nos dijeron. Se dice que los descendientes de Darr llevan en su sangre un secreto que se remonta a aquella lejana época en que los tres dioses caminaban entre los mortales.
Quizá mi abuelo me haya llamado para tenerme a su lado como capricho, o quizá quiera presentarme en la corte real para unirme en matrimonio de conveniencia. Quizá quiera revelarme ese secreto de sangre, aunque me temo que saberlo, según los libros sagrados, equivale a estar muerto.»
Yeine de Darr es una exiliada del bárbaro norte. Pero al morir su madre en extrañas circunstancias, es convocada a la majestuosa ciudad del Cielo. Allí, para su asombro, descubre que es una de las posibles herederas al trono. Pero la corona de los Cien Mil Reinos no es un premio fácil de conseguir y Yeine se ve implicada en una cruenta lucha por el poder. (Extraído de http://www.scyla.com/noticias/396/avance_publicacion_cien_mil_reinos_n_k_jemisin)
La historia es un poco difícil de explicar, bueno, no es que sea difícil, es que son dos historias paralelas que se entremezclan tejiendo esta trama (lo siento, hoy tengo el día ñoño, no me hago responsable de lo que escriba).
Una de las historias, trata de los dioses. Primero vino Nahadoth, el dios de los cambios de la noche, del caos y de la seducción (y yo como soy anglófila, pues no sé qué me pasa que Dios de la oscuridad o de las sombras no me suena tan bien como Lord of the shadows), pero este dios se aburría mucho, porque lo divertido de desordenar es cuando está todo ordenado, se pierde la gracia cuando todo está desordenado, no se puede desordenar más. Y como no habría luz si no hubiese oscuridad son dos conceptos que no existen el uno sin el otro, al igual que no habría bien si no hay mal, ni bondad sino hay maldad, son las dos caras de una moneda, pues, al cabo de un tiempo surgió el dios de la luz, del orden, Itempas, que como cualquiera se puede imaginar, estos dos al principio no se llevaban muy allá, el pobre Itempas ordena que te ordena, controla que controla y el Nahadoth desordenando todo lo que el otro ordenaba y descontrolando lo que el otro controlaba. Pero como del odio al amor sólo hay una línea, rápidamente (en eones para ellos, pero vamos, no quedaba bien decir y al cabo de muchísimo tiempo), pues sus peleas acabaron desembocando en encuentros amorosos. Pero no hay dos sin tres, así que apareció Enefa, la diosa de la vida, y en un principio todo iba más o menos bien, pero Enefa creció y también con ella crecieron los problemas que desencadenaron la guerra que acabaron con la victoria de Itempas sobre los otros dioses, Enefa murió y Nafadoth quedó esclavo de los Arameri, la familia que goberna el mundo de los cien mil reinos.
Por otra parte, tenemos a Yeine, una princesa en su reino (Darr, que siempre me ha recordado al mundo de las amazonas, valquirias o algo por el estilo, vamos, sociedad matriarcal con mujeres guerreras que tienen que pasar por una iniciación), pero nada importante para los todopoderosos Arameri, la familia que gobierna el mundo como si se tratara de un tablero de ajedrez (cada heredero tiene asociados x reinos que gobernar y nada, entre ellos dan órdenes para mantener el control, realizan sus controles de mercado y estrategias varias. En su mundo no existe esclavitud (hipócritas porque tienen a todos los dioses esclavizados, por no hablar de los otros reinos y de sus familiares... Pero como dijo algún personaje del libro, todos los Arameri nacen para servir, de una manera u otra), ni tampoco grandes y cruentas batallas (si van a luchar, pues dan ventaja a uno sobre otro de modo que no haya pelea, sólo matanzas, por eso digo que parece que juegan con un tablero de ajedrez, que son los reinos, porque ellos ni se despeinan y no paran de mover peones de un lado a otro). Yeine ha sido llamada por su abuelo, Dekarta, quien la ha nombrado aspirante a heredera, junto con los letales Scimina y Relad (yo siempre me he imaginado a Yeine como Katniss en ljdh, resignada a ir al matadero a morir frente a líderes más preparados que ella). Pronto se da cuenta que no encaja en el mundo Arameri, donde la crueldad, los abusos y las intrigas están por todas partes, pero por otra parte, aunque Yeine se resigna a morir, pretende luchar con todas sus fuerzas y con todos los aliados que se encuentre a mano o pueda usar, por no hablar de que antes de morir pretende conocer todo absolutamente de su madre, cómo era, por qué murió...
Todo sea dicho, al principio, el libro parecía la cosa más liosa que te puedes echar a la cara, porque aunque la narración es lineal y en primera persona, Yeine no para de tener sueños/visiones/lo que sea entremezcladas con su rutina, con lo cual llega al principio es imposible aclararse (bueno, yo he llegado al final del libro sin entender del todo bien sus sueños y a quién pertenecen, pero en fin). Además que hubiese tantos nombres y cosas nuevas no es que me ayudase mucho a situarme mucho mejor dentro del ambiente del libro, tardé un rato en ubicarme bien y en saber qué era qué y quién era quién.
El libro va sobre todo de intrigas palaciegas, no hay grandes batallas, a no ser que se consideren grandes batallas las mentales.
El estilo está bastante cuidado, me ha gustado como describía (y mira que a mí me suelen sobrar la mitad de las descripciones en los libros), pero en este no me han molestado para nada, eso ya se podría considerar un extra. Tiene un toque de sensualidad que está presente en toda la novela, no es que las escenas de sexo sean muy explícitas, que los besos duren 3 páginas y los revolcones 30, no, pero no pasan de largo, y aquí vale todo, incesto (si es que no hay variedad en el Cielo, se tienen que liar primos con primos, por no hablar de los dioses, donde se dan la pederastia, la bisexualidad..., la sumisión y vejaciones varias, de hecho, uno de los dioses es el gigolo de una de las herederas Arameri. Una pega a los personajes, o son muy buenos o son muy malos, aquí no hay término medio; otro punto negativo son las erratas, no hay faltas ortográficas, pero sí bastantes confusiones entre letras, como por ejemplo poner todo cuando se quiere poner tono, y cosas por el estilo, definitivamente la crisis ha hecho desaparecer la figura del editor.
Y, para terminar no me ha gustado es que la trama fuese tan predecible, no sé si fuese un poco menos lineal o hubiese tenido alguna sorpresa mayor, le daría el 5/5, pero es demasiado predecible para mi gusto. Pero desde luego que me leeré el 2º y el 3º libro de esta trilología, cruzaré todos mis dedos de las manos y de los pies, esperando que Minotauro o cualquier editorial española continúe con la saga.
Una de las historias, trata de los dioses. Primero vino Nahadoth, el dios de los cambios de la noche, del caos y de la seducción (y yo como soy anglófila, pues no sé qué me pasa que Dios de la oscuridad o de las sombras no me suena tan bien como Lord of the shadows), pero este dios se aburría mucho, porque lo divertido de desordenar es cuando está todo ordenado, se pierde la gracia cuando todo está desordenado, no se puede desordenar más. Y como no habría luz si no hubiese oscuridad son dos conceptos que no existen el uno sin el otro, al igual que no habría bien si no hay mal, ni bondad sino hay maldad, son las dos caras de una moneda, pues, al cabo de un tiempo surgió el dios de la luz, del orden, Itempas, que como cualquiera se puede imaginar, estos dos al principio no se llevaban muy allá, el pobre Itempas ordena que te ordena, controla que controla y el Nahadoth desordenando todo lo que el otro ordenaba y descontrolando lo que el otro controlaba. Pero como del odio al amor sólo hay una línea, rápidamente (en eones para ellos, pero vamos, no quedaba bien decir y al cabo de muchísimo tiempo), pues sus peleas acabaron desembocando en encuentros amorosos. Pero no hay dos sin tres, así que apareció Enefa, la diosa de la vida, y en un principio todo iba más o menos bien, pero Enefa creció y también con ella crecieron los problemas que desencadenaron la guerra que acabaron con la victoria de Itempas sobre los otros dioses, Enefa murió y Nafadoth quedó esclavo de los Arameri, la familia que goberna el mundo de los cien mil reinos.
Por otra parte, tenemos a Yeine, una princesa en su reino (Darr, que siempre me ha recordado al mundo de las amazonas, valquirias o algo por el estilo, vamos, sociedad matriarcal con mujeres guerreras que tienen que pasar por una iniciación), pero nada importante para los todopoderosos Arameri, la familia que gobierna el mundo como si se tratara de un tablero de ajedrez (cada heredero tiene asociados x reinos que gobernar y nada, entre ellos dan órdenes para mantener el control, realizan sus controles de mercado y estrategias varias. En su mundo no existe esclavitud (hipócritas porque tienen a todos los dioses esclavizados, por no hablar de los otros reinos y de sus familiares... Pero como dijo algún personaje del libro, todos los Arameri nacen para servir, de una manera u otra), ni tampoco grandes y cruentas batallas (si van a luchar, pues dan ventaja a uno sobre otro de modo que no haya pelea, sólo matanzas, por eso digo que parece que juegan con un tablero de ajedrez, que son los reinos, porque ellos ni se despeinan y no paran de mover peones de un lado a otro). Yeine ha sido llamada por su abuelo, Dekarta, quien la ha nombrado aspirante a heredera, junto con los letales Scimina y Relad (yo siempre me he imaginado a Yeine como Katniss en ljdh, resignada a ir al matadero a morir frente a líderes más preparados que ella). Pronto se da cuenta que no encaja en el mundo Arameri, donde la crueldad, los abusos y las intrigas están por todas partes, pero por otra parte, aunque Yeine se resigna a morir, pretende luchar con todas sus fuerzas y con todos los aliados que se encuentre a mano o pueda usar, por no hablar de que antes de morir pretende conocer todo absolutamente de su madre, cómo era, por qué murió...
Todo sea dicho, al principio, el libro parecía la cosa más liosa que te puedes echar a la cara, porque aunque la narración es lineal y en primera persona, Yeine no para de tener sueños/visiones/lo que sea entremezcladas con su rutina, con lo cual llega al principio es imposible aclararse (bueno, yo he llegado al final del libro sin entender del todo bien sus sueños y a quién pertenecen, pero en fin). Además que hubiese tantos nombres y cosas nuevas no es que me ayudase mucho a situarme mucho mejor dentro del ambiente del libro, tardé un rato en ubicarme bien y en saber qué era qué y quién era quién.
El libro va sobre todo de intrigas palaciegas, no hay grandes batallas, a no ser que se consideren grandes batallas las mentales.
El estilo está bastante cuidado, me ha gustado como describía (y mira que a mí me suelen sobrar la mitad de las descripciones en los libros), pero en este no me han molestado para nada, eso ya se podría considerar un extra. Tiene un toque de sensualidad que está presente en toda la novela, no es que las escenas de sexo sean muy explícitas, que los besos duren 3 páginas y los revolcones 30, no, pero no pasan de largo, y aquí vale todo, incesto (si es que no hay variedad en el Cielo, se tienen que liar primos con primos, por no hablar de los dioses, donde se dan la pederastia, la bisexualidad..., la sumisión y vejaciones varias, de hecho, uno de los dioses es el gigolo de una de las herederas Arameri. Una pega a los personajes, o son muy buenos o son muy malos, aquí no hay término medio; otro punto negativo son las erratas, no hay faltas ortográficas, pero sí bastantes confusiones entre letras, como por ejemplo poner todo cuando se quiere poner tono, y cosas por el estilo, definitivamente la crisis ha hecho desaparecer la figura del editor.
Y, para terminar no me ha gustado es que la trama fuese tan predecible, no sé si fuese un poco menos lineal o hubiese tenido alguna sorpresa mayor, le daría el 5/5, pero es demasiado predecible para mi gusto. Pero desde luego que me leeré el 2º y el 3º libro de esta trilología, cruzaré todos mis dedos de las manos y de los pies, esperando que Minotauro o cualquier editorial española continúe con la saga.
Extras, extras:
Booktrailer en inglés:
Cuando el creador del cielo,
Dios de la luz...
Y el señor de la noche,
Dios de la oscuridad
Empiezan una guerra
Las consecuencias son inmensas
Como el asesinato de
La diosa de la vida
Una mujer mortal está
Atrapada en esta guerra entre dioses.
Yeine ha sido llamada
Como heredera del imperio de los Arameri
Así que debe luchar
Contra los dos herederos al trono
Pero no es muy probable que sobrevia... ¿no?
Frases estelares:
Quieres controlar tu muerte porque no puedes controlar tu vida.
Estoy cansada de ser lo que todos los demás han hecho de mí. Quiero ser yo misma.
Separarse de la tierra y contemplarla desde arriba como los dioses es una blasfemia. No podemos ser dioses... pero podemos llegar a ser menos que humanos con aterradora facilidad.
De esta materia prima están hechos los grandes cuentos, ¿no? Puro romanticismo. En los cuentos, las parejas así viven felices para siempre. Pero los cuentos no dicen lo que sucede cuando se hace eso y se ofende a la familia más poderosa del mundo.
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